Sociedad
De la gente: su vida cotidiana; sus problemas; sus traumas, querencias, escapes, dolores…
Si bien todo lo social es político, las cuestiones del oficio de la política se hallan categorizados en política y en internacional.
No hay crisis humanitaria en Venezuela; y la escasez que sí hay es producto de quienes ahora quieren que se los reciba como a salvadores. En esos comboyes viajan, como en caballo de Troya, el proto‐fascismo colombiano, el neo‐fascismo brasileño, el imperialismo gringo, y la renuncia a la soberanía de cualquier país no alineado a los intereses del imperialismo occidental.
Ya Trump enlistó a los que siguen, pero, si consiguen su objetivo, esa lista apenas es el inicio.
Que no se olvide que Morena fue la llave que abrió la posibilidad del cambio de gobierno, y que son su nombre y el proyecto que invoca el motor de la transformación.
Usarlo como moneda de cambio es un error gravísimo. Al final del sexenio, es el partido el que quedará, y éste debe estar por encima de cualquier persona o legislación particular.
¿Qué esperanza podría haber en un organismo que venda su dignidad por transigencias ocasionales? ¿Qué regeneración si fuere la influencia política el parámetro de aceptación y decisión?
Después de décadas de debilitación deliberada de su capacidad productiva y refinadora, cargas tributarias imposibles, y corrupción exhudando de cada centímetro de Pemex —en los que no vieron problema alguno—, les basta un par de meses para degradar el valor que le ven para la utilidad de los inversionistas.
Que jamás se nos olvide que las fuerzas ideológicas, y ahora geopolíticas y militares que tienen a Venezuela bajo sitio son las que mueven estos hilos. Y esta degradación es un aviso, una narco‐manta de cuello blanco, para que no se nos ocurra desoír sus consejos.
Nótese la editorialización infantil, estúpida con la que bloomberg reporta el suceso. Puros principios rigen a esa gente.
Un cualquiera levanta la mano en una plaza, y las potencias mundiales hacen el resto. Como en sus mejores días de imperialismo en el xix, como si la gente venezolana fuera muda, ciega, sorda.
Washington cierra sus garras sobre su verdadero interés, y unilateralmente se apropia del dinero de PDVSA.
Sin tapujos, todos los potenciales beneficiarios de una política privatizadora y entreguista que ya les prometió su títere se manifiestan, presionan, aíslan… sin piedad despojan a los venezolanos de lo suyo, de alimentos, de medicinas, de lo que haga falta para que, desesperados, medio muertos de hambre, les den una legitimidad interna que nunca van a tener.
Un juego de conveniencias del mundo civilizado para obligar a un país soberano a que sea su sirviente, para que todos los demás aprendan lo que les pasa a los que se les niegan.
¿Otro Iraq, otro Vietman? ¿Hasta dónde se detendrá su arrogancia? ¿Hasta dónde vamos a seguir siendo sus títeres indefensos, sus explotados, sus muertos escondidos para que puedan negar internamente que su capitalismo es asesino?
estados unidos y sus rémoras, aplaudiendo y alentando un golpe de estado, patrocinando la violencia y la sangre que pueda correr. Hambrientos desesperados están de la desigualdad y la soberbia criminal que tanto extrañan en la tierra de Bolívar.
¡Qué pena! ¡Qué rabia! ¡Qué América!
En el asunto de la planta cafetalera de Nestlé se respira un inconfundible olor neoliberal. Demasiado empeño en complacer a la transnacional; ninguna escucha de los justos reclamos de los productores.
Por si fuere poco, así están sentando un precedente para sus otros mega‐proyectos: desconfiar de su palabra y de sus intenciones, de antemano comprendidas como embusteras.
Muy cagados y todo sus memes de Tlahuelilpan, nomás que se les olvida la intolerante indignación con la que exigían, gritando, “respeto” para las víctimas de los recientes temblores porque el paisaje desde las ventanas de sus coches no los dejaba tranquilos.
Habría que ver cómo cargarían en su cabeza el estruendoso grito de puro dolor, de súplica, de incesante terror que significa tener cada poro te tu cuerpo en llamas.
En fin, que no es graciosa su moral con anteojeras.
Hay que ver la notoria diferencia entre las maneras actuales y pasadas del combate al huachicoleo.
Ahora, se ha cambiado el método de distribución para romper la cadena de flujo, se ha evitado el acceso de los administradores a la información y toma de decisiones de los vehículos que lo transportan, se han resguardado los depósitos para que la ordeña no pueda darse. En fin, se trata de una estrategia real.
En el sexenio pasado lo que se veía era a las policías federales y estatales asolar poblados y asesinar gente que ellos asociaran con grupos de vendedores minoristas, ta vez desafiliados de la venia oficial.
Durante la campaña, una de las preguntas “espinosas” que solían lanzar periodistas y columnistas contra López Obrador era, precisamente, cómo iba a acabar con este problema; para que cuando él respondiera diciendo que combatiendo las causas sociales, ellos se burlaran aduciendo que era imposible y estúpido detenerlos sin que corriera la sangre, promoviendo como energúmenos la simulación asesina, la hipocresía a la que no le importa segar vidas, las que sean, sólo pa disimular.
Lo que estamos viendo es lo que pasa cuando el gobierno no es cómplice del saqueo a la nación.
Mal augurio para los bosques y selvas brasileños, ahora bajo el arbitrio del neo‐fascismo. Mal augurio, pues, para el resto del planeta.
De verdad que no entiendo tanto elitismo barato que ha provocado la creación de las cien universidades “para el bienestar” propuestas por el nuevo gobierno.
No se entiende que el modelo en el que se basan está más cercano al de las Normales Rurales que al de la UNAM.
Se lanzan cuestinamientos ¿in?‐voluntariamente estúpidos. Que de dónde van a salir los profesores e investigadores; que cómo se va a conseguir que se consoliden en los rankings internacionales… Como si la UNAM fuera un modelo de institución pública, como si ésta cumpliera su deuda social con el pueblo mexicano; como si no se reparara en el daño que ha provocado el centralismo priista, como si las instituciones no fueran capaces de evolucionar.
Lo que parece es más bien una pataleta porque esos recursos no se los dieron a ellos y porque no se los puso a ellos a cargo del reparto del botín (que así es como consideran al presupuesto y a la asignación de plazas).
Con una rapidez que sorprende, los voceros más cínicos de la derecha, sus bots y los hueros políticos residuales del neoliberalismo despiadadamente cleptócrata han coordinado una rabiosa campaña de propaganda para dominar la narrativa del helicopterazo poblano. Esto nos pone ante dos prospecciones, la una ridícula y la otra altamente preocupante.
Es ridículo que quiera asociarse a la figura de AMLO con prácticas gubernamentales represoras o violentas. Él siempre se comportado como un pacifista, presumiendo de que en las protestas que encabezó jamás “se rompió ni un vidrio” aún cuando sus bases le exigían acciones contundentes y había decenas de miles dispuestos a jugar su vida pidiéndole que llamara a un alzamiento armado. Él, que soportó que le arrebataran la presidencia del país respondiendo sólo con el cierre de una avenida (medida simbólica y sabidamente inconsecuente, que parcialmente estuvo destinada a canalizar la inconformidad de manera ordenada). Él que ha elegido soportar de sus antecesores un protagonismo cínico de oposición a pesar de tener los elementos necesarios para desatar una persecución judicial masiva y, sobre todo, justa por sus actos criminales.
No hay en la personalidad de Andrés, o de los ocupantes de los mandos policíacos de su gobierno ni un asomo de tales actitudes.
Tampoco habría necesidad alguna de tal acto. En primer lugar, porque de ser tan importante para él el control morenista del gobierno poblano y de estar dispuesto a semejantes actos, habría sido muy fácil cabildear en el TEPJF una sentencia de anulación; máxime porque éstos le mandaron un guiño con el proyecto de resolución, al que finalmente rechazaron ante la nula respuesta del ejecutivo.
El desplome de aeronaves es un sello distintivo del panismo, que tiene una extensa lista de semejantes “accidentes”, cuyos protagonistas han tenido en más o en menos relación con las corporaciones de seguridad. Si hubo alguna falla prevenible en el desplome del helicóptero ésta debe estar relacionada con la corrupción en el mantenimiento de éste, o a un sabotaje relacionado con las actividades extra‐oficilales de Moreno Valle.
Es preocupante porque está delineando una campaña de propaganda calumniosa bien coordinada que se proyecta a ser la estrategia de la reacción durante el sexenio, bien en línea con las que se han aplicado, con mayor o menor éxito, en Sudamérica.
Lo importante no es tanto el contenido concreto, porque al fin de cuentas la ridiculez de las especulaciones y calumnias caerá por su propio peso. Lo que se busca es crear una imagen, una reputación por un martilleo constante de calumnias. Por suspuesto que los partícipes de la presente no se darán por enterados del resultado de las investigaciones, sea quien sea el que lo dé; para entonces se habrán movido a la siguiente calumnia y, antes de que ésta se desmienta, seguirán con otra y otra y otra.
El recurrir a las fake news (en su sentido originario, no en el del trumpismo) para crear una corriente monolítica de visceralidad y animadversión contra la persona y el proyecto de la Ⅳ república es la finalidad. Faltará ver si la autoridad moral —indestructibilidad como él la ha llamado—de AMLO es capaz de contener esta andanada; es muy probable que sí, pero también se ha visto que, a pesar de que la persona salga indemne, el desprestigio del partido puede ser suficiente para los derechistas (como en Brasil lo fue) (lo que no ha pasado aquí hasta este momento, pero apenas vamos empezando).
Una diferencia considerable entre ésta y todas las campañas anteriores de calumnia contra el lopezobradorismo es, en primer lugar, que no se es más oposición, sino gobierno en funciones (lo que pone, en el ideario mayoritario, una perspectiva de ofensiva); y en segundo que, además de los políticos, los opinólogos (a quienes les gusta otorgarse un lugar de influencia que no corresponde con la realidad) se han dado a repetir no falsedades disfrazadas de argumentos como lo solían hacer, sino claras y busrdas calumnias. Basta darle una ojeada al #AMLOAsesino en twitter para curtirse del nivel de la ignorancia, visceralidad, saña, rencor y manipulación que se exuda de los opinones y sus esquiroles, bots o genuinos.
También hay que destacar que el grueso del aparato detrás de todo esto proviene del PRI, lo que dimensiona significativamente el propósito y alcance de la campaña que están promoviendo.
Hace falta ver la respuesta de la opinión popular. AMLO dice confiar en su inteligencia y sentido común. Yo, por el momento, estoy de acuerdo con eso; pero no creo que sea tan firme como él parece suponer. AMLO ha repetido ya varias veces que no habrá “divorcio” entre el poder y el puebo; pero poco se ha visto de la disposición del pueblo ha no divorciarse del ejecutivo, y es eso lo que debería buscarse ya.
Se {me} hace cada vez más evidente la necesidad de un espacio público en internet. Público en el sentido de que no sea controlado por ninguna entidad privada dispuesta siempre al lucro y a imponer sus valores, ideologías e intereses en la censura de las expresiones individuales.
Este espacio, siendo público, debería ser proporcionado y mantenido por el Estado de manera análoga al espacio público físico. El código de éste debe estar abierto, respetar la el derecho al olvido (probablemente incluso tener por default una tiempo de expiración que pueda ser anulado por el usuario), tener opción al anonimato y con la única censura de lo que marca la ley (discursos de odio, asiciación delictuosa, etc.). Probablemente pueda basarse en o integrarse con las redes federadas independientes que existen ya.
O ya de menos un hosting subsidiado para informaciones y plataformas de interés público
Es la única manera ir forjando una verdadera libertad expresiva y comunicativa en este mundo cada vez más dependiente de lo on‐line.
Es una falacia de mala fe el decir que la reducción del presupuesto a las universidades es una reducción del presupuesto a la educación.
La UNAM ha escapado durante mucho tiempo al escrutinio de su alta burocracia y sus prácticas presupuestales en general. Escudándose bajo el argumento de ser la institución “más confiable” del país, se ha creado un aura de sacralidad a su alrededor; y, aunque las contribuciones de sus académicos e investigadores son fundamentales para las grandes discusiones nacionales y para su misión fundamental de aumentar el conocimiento científico —y en general— para el país y para la humanidad; es posible señalar sus errores sin despreciar lo antedicho.
No se trata sólo de los gastos frívolos, como viajes en helicóptero, o el uso —a veces exclusivo— de SUVs para transportar a investigadores o administrativos, las botellas miles de pesos, o los arreglos florales (cambiados cada semana) de mil quinientos para adorno de las oficinas de los directores de facultades e institutos, o de las millonarias fiestas de fin de año, o de las innecesarias remodelaciones. Se trata de que la política de gasto en general se alínea con la corrupción reglamentada (no tienes que robar para tener privilegios, simplemente te los asignamos como prestaciones) y desprecia los rubros que más beneficien a la misión que dicen ellos defender: Las cafeterías son concesionadas como negocios, y no se da a los alumnos becas alimentarias; los profesores de asignatura son tratados como accesorios desechables y reciben una paga muy desigual en comparación con los de carrera; la producción editorial y los proyectos de investigación están altamente politizados y son así irrelevantes; el compadrazgo y la discriminación son práctica corriente y normalizada; etcéreta.
La discusión debe empezar desde el interior, y la verticalidad y los privilegios en las universidades deben tomar un lugar central cuando se hable de sus recursos monetarios, y se debe, en fin, re‐evaluar la manera en la que las universidades públicas obedecen a su encargo constitucional.
Es obvia la alianza que han forjado la oposición reaccionaria con los miembros de la máxima sala del poder judicial para conservar los privilegios de los segundos, y tener un poderoso recurso político, los primeros. ➻
El discurso del Presidente en el Zócalo abre efectivamente una perspectiva de las motivaciones y objetivos de las decisiones tomadas durante la transición, y de los puntos de mayor interés al inicio del sexenio.
La candidez con la que se presentó al pueblo un informe y carta de inteciones dibuja nítidamente la intencionalidad —falta lo que la práctica nos depare— del {jefe del} ejecutivo.
Muchas dudas fueron aclaradas; muchos mensajes, entendidos; muchas posturas, definidas; mucho amor, expresado.
En general, un festejo que a la vez convoca a permanecer atentos y de pie.
Empezamos.
A desmantelar el neoliberalismo asesino de gentes y de vidas.
A tener un gobierno que escuche las voces de los que bajo él viven.
A construir, juntos, lo que se pueda.
El próximo gobierno se enfrenta con el siguiente dilema: De un lado, concentrar todo el poder posible en el ejecutivo para hacer cambios rápidos y tener un mayor control de los funcionarios designados; lo que deja la puerta abierta para que con la misma rapidez y control un futuro gobierno deshaga lo hecho. O, de otro lado, crear instituciones independientes que puedan consolidarse y asentar una institucionalidad fuerte, pero avanzar lentamente en los cambios para los que seis años serán insuficientes. ➻