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La inclusión de la Idea del Bien y de la Ignorancia/nada en el esquema de la línea dividida obedece al objetivo de este trabajo, que es ver la relación entre las tres alegorías, y esto para tener una visión más clara de lo que la filosofía y el filósofo significan, a más de que es perfectamente plausible y coherente con el discurso platónico de la República. La ignorancia/nada, que Platón no menciona, probablemente porque no encuentra ningún sentido en hacerlo, ya que se trata de nada, es claro que no encuentra ningún lugar en la línea, pero en el esquema ontológico no podría dejar de apuntarse aunque sólo como una acotación aclaratoria, sin mayores repercusiones en la interpretación de la alegoría. En cuanto al lugar de la Idea del Bien, me parece que merece mayor justificación.

La Idea del Bien no puede pertenecer a ninguna de las secciones de la línea pues, en primer lugar, cada una de ellas representa un género de las entidades de la realidad1, pero ya se nos ha dicho que la Idea del Bien es única en su género. De otro modo, si tuviera que caer en una sección, ésta tendría que ser α; pero se ha visto que en ésta sección Platón coloca lo correspondiente a la dialéctica, y la Idea del Bien no participa de ella, sino que es el principio que se descubre, en su camino ascendente, al que “se aferra” y desde el que puede comprender todo en su descenso; además, en esta sección están las Ideas, de las que el Bien es engendrador. Por otro lado, todas las entidades de la línea participan de la claridad y la verdad, como se explicita en la última petición de Sócrates a Glaucón en el libro vi: «ordénalas [las secciones de la línea] proporcionalmente, considerando que cuánto más participen de la verdad tanto más participan de la claridad»2; la Idea del Bien, como se vio suficientemente en la alegoría del sol, es la que proporciona la verdad a las Ideas. Es necesario, por lo tanto, que el Bien se encuentre fuera de la línea y, como es obvio por lo anterior, en el lugar supremo, más allá de las más reales de las entidades.

Bajo esta luz queda claro en qué sentido es causa el Bien de la esencia de las Ideas. Pues éstas imitan a aquél, causa de su esencia como un objeto material es causa de la esencia de las imágenes que de él se reflejan, siendo un símil que no alcanza a reflejar en su totalidad la relación del uno con las otras, pues del objeto reflejado no depende ni el espejo, ni la luz, ni todo lo que hace posible su existencia. Esto último (la causa de la existencia de las Ideas) no aparece tan claro, pero, en todo caso, no podría ser otra que el hecho de intentar alcanzar la completud y perfección del Bien, la sola voluntad de alcanzar la existencia absoluta, el absoluto ser. Esto es, por lo menos, lo que nos aparece a la luz por estas alegorías.


  1. Por otro lado, tampoco puede decirse que todos los entes que caben en cada sección tienen, por ese solo hecho, el mismo valor ontológico, sino que, dentro de cada una hay los que están más cercanos a la sección superior y los más cercanos a la inferior. Esto no sucede, obviamente, ni en el caso de la nada ni en el del Bien.

  2. VI 511e