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Sócrates caracteriza el contenido de cada segmento de la línea1 de la siguiente manera. En la sección δ: «en primer lugar a las sombras, luego a los reflejos en el agua y en todas las cosas que, por su constitución, son densas, lisas y brillantes, y a todo lo de esa índole»2. A la sección γ pertenecería aquello «de lo que ésta [la sección δ] ofrece imágenes, a la que corresponden los animales que viven en nuestro derredor, así como todo lo que crece, y también el género íntegro de las cosas fabricadas por el hombre»3. En la sección β, «el alma, sirviéndose de las cosas antes imitadas [las de la sección γ] como si fueran imágenes, se ve forzada a indagar a partir de supuestos, marchando no hacia un principio sino hacia una conclusión»4. Por otro lado, en α «avanza hasta un principio no supuesto, partiendo de un supuesto y sin recurrir a imágenes -a diferencia del otro caso [β]-, efectuando el camino con ideas mismas y por medio de ideas»5.

En el caso de las secciones γ y δ están -para los objetivos de este trabajo- suficientemente claras sus delimitaciones y los objetos que los caracterizan; hay una relación de imitación entre el segmento superior y el inferior6, y este patrón se repite, cuando menos, en el caso de la división principal, por lo que «la línea ha quedado dividida, en cuanto a su verdad y no verdad, de modo tal que lo opinable es a lo cognoscible como la copia es a aquello de lo que es copiado»7, pero no se esclarece si es análogo entre α y β, y aunque la estructura de la línea repite patrones análogos de relación entre las secciones secundarias y los segmentos principales (comenzando por el tamaño -“en la misma proporción”- entre α-β, γ-δ e inteligible-opinable), pero eso mismo resta fuerza a la relación de analogía, pues Platón claramente lo habría indicado, ya que no sólo no hay razón para callarlo (como, por ejemplo, si esta relación introdujera un problema que no se puede o no se debe abordar en este punto) sino que incluso la estructura del discurso platónico demanda que se le incluya, si se debe8.

Antes de continuar es necesario reparar en que, si las secciones correspondientes a la opinión fueron caracterizadas por los objetos hacia los que se dirigía la opinión, sin reparar en ésta, las secciones que corresponden a la intelección son caracterizadas por sus procesos intelectivos y no por las entidades a las que se dirigen; así, primero hay que identificar los procesos para que, una vez teniéndolos claros, podamos averiguar cuáles son sus objetos.

Sobre los procesos que corresponden a la sección β parece que no hay mucha claridad. Platón nos dice sus dos características principales: la primera, que parten de supuestos, tomándolos como principios; la segunda, que se sirven de los objetos visibles como si fueran imágenes. Como ejemplo paradigmático están la aritmética y la geometría, donde los supuestos son «que existe lo par y lo impar, las figuras y tres clases de ángulos y cosas afines, según lo que investiguen en cada caso»9 y las imágenes de que se sirven son «figuras visibles, y hacen discursos acerca de ellas, pero no pensando en éstas sino en aquellas cosas a las cuales éstas se parecen»10, lo que es decir que son inductivas. Ante esto, Glaucón comenta: “comprendo que te refieres a la geometría y a las artes [τέχναις] afines”. Esto, pues, es lo que corresponde al pensamiento discursivo [διάνοια]; las técnicas en general (las que ahora denominamos ‘ciencias’) pertenecerán a esta sección: la medicina, la física, la biología, etcétera, todas ellas son inductivas, parten de una particularidad real y llegan a conclusiones generales; tienen supuestos, hipótesis, que son las que les proporcionan sustento, que se toman como válidas siendo constatadas por la sola experiencia o por consentimiento general, pero sin que se llegue a conocer su naturaleza y sin que su desarrollo dependa de ese conocimiento; así, cumplen los requisitos que se nos ha indicado. También, más tarde, en 533b-c, se relaciona a las artes en general con las matemáticas; las primeras «se ocupan de las opiniones y deseos de los hombres, o bien de la creación y fabricación de objetos, o bien del cuidado de las cosas creadas naturalmente o fabricadas artificialmente. En cuanto a las restantes, que dijimos captan algo de lo que es, como la geometría y las que en ese sentido la acompañan nos hacen ver como en sueños, pero es imposible ver con ellas en estado de vigilia; mientras se sirven de supuestos, dejándolos inamovibles, no pueden dar cuenta de ellos». Los objetos a los que se refiere esta dinámica de pensamiento se nos muestran, para el caso de la geometría en 510d: «discurriendo en vista al cuadrado en sí y a la diagonal en sí, y no en vista al que dibujan». Es decir, que esto es el objeto del discurrir dianoiético, lo que, llevado a una analogía, sería que las otras artes-ciencias discurrirían de los animales en sí, las plantas en sí, los minerales en sí. Lo que significa que, sirviéndose de las imágenes que hay en la sección γ, y tomando presupuestos (la ley de causalidad, la impenetrabilidad, tal vez) llegan a sus esencias. Hay más; Platón incluye en γ a los objetos fabricados por el hombre y, en el libro x, postula la existencia de Ideas de este tipo de productos (de la cama); por lo anterior, éstas deben corresponder a β.11

En la sección α, se encuentra lo que corresponde a la dialéctica. Aquí se toman los supuestos como tales, y se avanza sobre ellos “como peldaños y trampolines” para llegar al principio. Desde ahí -y esto ya no es parte, rigurosamente, de la descripción-, «ateniéndose a las cosas que de él [del principio] dependen, desciende hasta una conclusión, sin servirse para nada de lo sensible, sino de Ideas, a través de Ideas y en dirección a Ideas hasta concluir en Ideas»12. Un pensamiento propiamente dialéctico, totalmente ideático, del que Platón no parece ofrecer ejemplos en sus diálogos; por el contrario, abundan las referencias a imágenes, ejemplos sensibles y -como es éste el caso- alegorías. Es evidente entonces que, propiamente, a esta sección corresponden las Ideas, que son principio, método y destino de la dialéctica (cfr.: 510b). Pero estas Ideas no son como las de la sección inferior, que tienen una manifestación sensible; aquí corresponden las Ideas de Belleza, Justicia, Sensatez, y otras que ya no suponen postulados ni que se arraigan en la sensibilidad de la realidad, sino que sólo se relacionan con Ideas.


  1. Para el presente trabajo y para fines de practicidad solamente, se ha asignado a cada segmento de la línea una de las cuatro primeras letras del alfabeto griego.

  2. VI 510a

  3. VI 510a

  4. VI 510b

  5. VI 510b

  6. De tal manera que los productos del arte mimético (pinturas, esculturas, tragedias, etcétera) corresponderían al segmento δ, de acuerdo con lo que se dice en X «[…] son tres los tipos de cama que se nos aparecen, de una de las cuales decimos que existe en la naturaleza y que, según pienso, ha sido fabricada por Dios [β] […]. Otra, la del carpintero [γ] […] Y la tercera, la que hace el pintor [δ]». La Idea de la cama, la que “está en la naturaleza”, pertenece al segmento β porque, como se verá infra, en ese segmento se encuentran las artes-técnicas (τέχναις).

  7. VI 510a

  8. Tanto Raven como Smith (en sus obras citadas) aluden a la cita anterior (510a) para justificar el que encuentren una relación análoga entre α y β, pero no sólo esta cita no lo indica, sino que, además también en 533e ss., puede Platón explícitamente manifestar esta relación, lo que nunca hace. Por otro lado, contrasta que haya establecido que la relación principal entre γ y δ era la imitación y, si fuera el caso de que se repitiera para α y β, jamás lo haya dicho expresa o sugerido notoriamente; además de que tampoco extrae ninguna consecuencia de esta relación, ni en éste, ni en momentos posteriores a pesar de tratar mucho más ampliamente estas dos secciones superiores que el par inferior.Lo anterior, si bien no indica -por sí solo- que Platón no concebía una relación imitativa entre α y β, indicaría, por lo menos, que lo dudaba, lo que nos debe prevenir de tomar esta relación demasiado en serio y, con mucha más razón, de tomar esta supuesta relación como premisa de la que derivar consecuencias determinantes para la interpretación de la alegoría.

  9. VI 510c. Sobre si esto puede equipararse con los axiomas -pues ninguno de los ejemplos mencionados parece serlo- véase lo que se dice más abajo: «las adoptan como supuestos, y […] no estiman que deban dar cuenta de ellas ni a sí mismos ni a otros, como si fueran evidentes a cualquiera». Así, no serían los axiomas (los matemáticos, específicamente) los únicos que pudieran abarcarse aquí, pero sí estrían contenidos.

  10. VI 510d.

  11. Aquí cabría mencionar la noción de Smith (op. cit) , que asigna a β “Imágenes inteligibles”, basado en tres cosas: a) que la diagonal, la figura y demás ejemplos de Platón son imágenes; b) que, supuesto que haya una relación de imitación entre α y β,entonces en β habría “imágenes de las Ideas” y c) que, pues el tamaño de β y γdebe ser el mismo -lo que es una consecuencia de la estructura misma de la línea, sin importar su posición ni cuál sea el lado más grande- sus objetos deben corresponder. Más allá de lo que pueda entenderse por imágenes inteligibles, que serían imitación de las Ideas e imitadas por las imágenes visibles de γ, estas conclusiones se basan en premisas poco firmes. La primera sólo implica que Platón se basó en el ejemplo más diáfano de lo que quería mostrar, la segunda -se ha demostrado supra- es improcedente y de la tercera no puede asegurarse que Platón estaría consciente de que así fuera, aunque es muy probable que sí, dados los vastos conocimientos matemáticos de Platón, pero eso no indica que se correspondan uno a uno los objetos visibles y los inteligibles de γ.

  12. VI 511b-c