micros
Una bala perdida que encuentra su pecho. Una bala encontrada que le perdió su vida. Y así quedó, viéndome, preguntándome si era cierto. ¿Sí? Con el atardecer caminan los hombres que vuelven a su casa hambrientos, cansados. Esperan la felicidad en un taco, en una caricia. Bienvenidos Maldad que se aparece en sueños: la de un hombre con el corazón petrificado por la presencia del cerrojo. La ausencia que quema es la llave. Me mirabas como sólo miras tú; decías dulcemente que me necesitabas. Desnuda, para mí; con tus manos en mis brazos, tus labios en mis ojos. Hoy me visitaste y me pediste que me fuera contigo: entre todo y entre todos, apareciste. Hiciste tu momento, ahí eras lo más importante. Tú En ese mismo rincón todavía te encuentras, y me ves, nos cubres de ti, nos dejas hablar mientras sólo ves… y sonríes: Hueles a ti —artificio— Ya no hay infinitud en mis ojos; ahora sólo veo los colores y las formas del mero presente. De las pesadas lápidas que hoy penden por ahí, sujetas de nada, viene el recuerdo de los vivos cuya memoria guardan para mal del presente. De las infinitas, una división de la humanidad importante: Los que saben que van a morir y los que sólo lo han oído como un rumor. ¿Cómo permití que lo último que tenga de ti sea tu perfume? — feliz fantasma que se alza de vez en vez (harto de ti) y se aleja sin remedio— Como todos, piensas en arrebatarme todo. No lo conseguirás: podrás quedarte con lo mío, pero sólo con lo que había perdido ya. Y a él, que le gustaba tanto la buena tipografía… Mi reino por un manatí. He sabido por voz de un par de profetas que el tiempo que viene debe ser más denso, pero no pesado: denso de humedad y de abrasivo martirio. Falso sentimiento que me apresa, falsa condena intemporal a no salir de su falsedad; primero falso yo, que te falseo la vida. Sin dolor no hay sabor. Sin dolor no hay saber. Sin sabor y sin saber no hay nada, sino dolor y tiempo. Lo sabes y no lo niegas, y no me lo dices aunque me lo dices. Me muerde tu mirada, me rompes el cuello. Me callo, me entierro. Gracias. Alimentarse de mugre, llevarla consigo para la protección, para el auxilo ante el frío y el olor, revolcarse en ella y ser muy feliz. Que venga el día y abra las puertas sutiles de tus ojos para que pueda entrar en ti, para que puedas poseerme y llevarme hoy en tu frente. Cuando los miras y los caminos se abren cual si el viento demoliera el mundo para permitir tu paso sabes entonces lo que pierdes para llegar ¿Qué es el agua para un pez? Pero no pasa nada. Enterrado debajo de las arenas sutiles del desierto, vives la implosión fúrica que simpre fuiste, destinado a no valer. Que nadie se diga sorprendido el día en que se desate la pena y en que el hambre comience a devorar lo que se le debe por derecho: nos. Le tengo miedo al mar. ¿Qué puede valer tanto que obtengas, en cambio, el frío? Hay que querer lo que se hace
hay que querer lo que se quiere

Nadie puede saberte
Mejor es no preguntar

Mucha indiscreción
mucha locura
—Así le dijo la hija de puta— Y no se arrepintió jamás → Jamás nunca ← Ni aún cuando, carcomida de gangrena, la lapidó misericordioso y rio. Yo nunca conocí la estupidez, no podía comprender cómo se hacía para no darse cuenta de ciertas cosas patentes… Pero es casi como la imaginé Era más fácil —y más entretenido— disfrutarte distante, cuando la fuerza tenaz del espejo te opacaba y le iluminaba, mientras algo se perdía Infamia que se yergue hasta que verse ya no puede la cabeza que la comanda —y se la ataca débilmente a sus pies—. Arriba, Dios ríe; ella no.