Está bien —por el momento— lo que está pasando en Morena: Está bien que las disputas sean públicas, y que los miembros prominentes del partido enseñen sus cartas y sus caras.
Lo que no estaría bien sería que los órganos internos no funcionaren, que el agandalle y la ambición “vulgar” tomen las decisiones finales y que la incipiente, multimorfa, 4T se empiece a hundir cuando ni empieza a caminar. Y esto tienen pasar sin la intervención —i.e., la instauración— de un jefe máximo.
Monreal está abriendo una herida, está poniéndole una prueba fundacional al partido. Del cómo se resuelva esto aprenderemos mucho del futuro del partido. Sí López Obrador interviene, sin embargo, quedaremos en las mismas que hace unos ochenta años.