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¿Cuál es la naturaleza del conocimiento humano? ¿Cuál, la de la cosa pre‑post‑humana, que se mantiene además de mi conocimiento? ¿Es acaso posible —y cómo— encontrar las determinaciones más básicas y elementales de todo cuanto —en el nivel ontológico que se quiera— es sin que sea posible escapar de ellas para intentarlo? Estas preguntas, al lado de varias más, han constituido la esencia misma de la metafísica y, cuando menos desde Platón (quizás desde Parménides), el conocimiento y su posibilidad de darse respecto de las cosas en general y de cada cosa en cuanto tal ha marcado al mismo tiempo la consistencia misma dela realidad de la cosa.
Pocas veces se ha dicho que sean el pensamiento y la realidad lo mismo, pero ha llegado a decirse, y entre el puñado que sostiene tal debe incluirse —de la manera que expondré— a Hegel. El presente trabajo quiere constituir un análisis de la posibilidad de la crítica de la razón como tal y de la manera en que es posible establecer una relación entre tal crítica y el ámbito óntico‐metafísico; es decir, que se pretende estudiar la relación entre pensamiento y pensamiento, y entre pensamiento y materialidad, aunque no de una forma exhaustiva, sino tan sólo en lo concerniente a la crítica de las facultades cognoscitivas, por un lado y a la respuesta que da Hegel a esta posibilidad1.
El proyecto kantiano de la crítica de la razón es un proyecto que tiene en la preocupación por el humano y por su situación su motivación principal, y es innegable la influencia que el empirismo británico tuvo en la concepción, cuando menos, de la Crítica de la razón pura, lo que convierte a esta obra en una gran síntesis entre el apego irrestricto a lo que se experimenta sólo sensiblemente y es comprobable de la misma manera, y el afán de trascendencia de la metafísica teológica escolástica: nunca puede ir el conocimiento más allá de la experiencia, que se basa en intuiciones y conceptos puros y trascendentes a toda [cada] experiencia… Pero más básicamente que el contenido particular que Kant da a su empresa, está la forma misma del proyecto: conocer los límites de la la razón que deben ser los límites de la pretensión del conocimiento. Es éste el basamento del proyecto de la Crítica y es la negación de esto lo que Hegel está dispuesto poner como basamento del proyecto de la filosofía del conocimiento absoluto.
Hegel tiene como referencia principal —casi única— a la Crítica de la razón pura kantiana, pero las objeciones que le opone no recaen en la particularidad del ensayo del könisbergense, sino que se radicalizan para alcanzar la posibilidad misma del conocimiento de las condiciones de posibilidad de la experiencia como condiciones… Esta a‐condicionalidad del proceso del pensamiento es la que lo llevará a formular la concepción que tiene del Absoluto en la forma en que lo hace, habiendo de comprender aquí la semilla de donde nace todo el enramado que constituye el sistema hegeliano.↩