Embrujos
A veces las calles mantienen con ellas, permeadas en su color y en su tierra, no sólo a los pasos, sino a las figuras enteras que soportaron alguna vez. Los movimientos y los vientos reviven de aquellas noches y tardes, y acosan desde sus presencias imponentes, estoicas, coloridas.
Los fantasmas quedan adheridos a los muros, a los concretos y a los asfaltos. Las palabras y las risas vuelven a oírse; los colores de las ropas, a verse… la frescura de la noche sentados en un columpio, la desaparición de la palabra “mañana”. La gente sin miedo de lo que escucha, ¿adónde se ha ido ahora? ¿Habremos cambiado de lugar o habremos cambiado de miedo?

Hay en esta ciudad muchos sitios embrujados.