Volver a este mundo luego de haberlo dejado; encontrarse otra vez con árboles, con calidez, con cielos, con flores… y la gente; abrazarla.
Hoy se abren las puertas del Mictlán y los muertos nos visitan ¿Habrá que decirles la mierda que es ahora? ¿O ellos a nos de la transmierda?
Incrustado en todo este entramado de piel, huesos, tejidos, sangre… en este cuerpo indiscreto, sólo se encuentra el ciego deseo por vivir.
Gracias a la opresión en el pecho que no te deja respirar (como en el llanto, como con el agua helada) se encuentra la angustia objetiva.
El tener que respirar todo el tiempo, sin poder detenerse, a pesar de mi pesar; el no poder dejar de vivir sin morir: La condena primigenia.
No, ese lugar‐tiempo, el de la perfecta felicidad [perfecto parasitismo] no lo vamos a encontrar después: le hemos renunciado para vivir.
Quitó una rama: ahí, en la rivera del Balsas, encontró a su mujer con el terrateniente. Hirviendo todo en furia, se fue. Volvió con la bola.
…Ahora bien: no se puede pensar en volver por el camino que no se ha andado; así que se iría hacia adelante, aunque se vaya de regreso…
En el malhadado camino a nada; la pena de andarlo se resarce por las frescas sombras de los árboles y los cruentos filos de las piedras.
En la cabeza, en el cuerpo, en los huesos queda sólo la huella profunda del tiempo en que estábamos juntos. Apenas ayer, tan feliz contigo.
Si no hubiera en el fondo del cuarto ese retrato suyo, con la esperanza en la cara, si no lo hubiera oído… si no pensara, yo podría.
En aquel lugar, con esa pared vestida con su enredadera, mientras dentro se le acabó el alma a la que custodiaba su razón para despertar.
No pudo responder a su pregunta, tan concreta; no pudo darse cuenta de lo que significaba el tintileo de sus ojos tristones. Sólo calló.
«Entre santa y santo, pared de cal y canto»
Hilvanar y recoger engaños todas las mañanas hasta que la noche y el sueño nos desvanezcan: ¿se puede vivir de otra manera?
Dejando de lado el hecho de que todo movimiento implica una búsqueda, a veces no comprendo cómo de su garganta sale esa voz, que es asesina.
¿Qué sentido tiene morir, si la vida sigue?
“…un soldado en cada hijo te dio…”
Las personas que sólo conocen al mundo y a sí mismos por palabras pueden creer que la verdad depende de quien la piensa. Y no.
Una bandera vieja y percudida que se agita con el viento. Solitaria, se enfrenta a la tempestad, y a la arrogancia ignorante de lo sauces.
“Definitivamente los amaneceres del Mediterráneo no son como los de aquí”, dijo. Y tal vez así sea, pero es el despertar el que no cambia.
Por el pequeñísimo tamaño de sus zapatos pudo reconocer al que ese día la consoló sin que se lo pidiera. Naturalmente, huyó desesperada.
Que los sentimientos sublimes —por su rareza— no encuentren palabras que los hagan inteligibles no implica que todo lo ininteligible sea sublime.
Hay quien piensa que usar palabras raras, trasgresiones al sentido u oxímoron fáciles basta para hacer de una trivialidad algo importante.
No es que se quiera encontrar lo que no hay más. Simplemente se lo busca en la opuesta dirección del futuro.
Soy incapaz de enfrentarme al rojo amanecer del ocaso sin que mi corazón se queme… no hay razón: sólo el anuncio de la muerte.
La realidad de lo que es no puede alcanzarse por el conocimiento, pero el conocimiento —la sensibilidad— es todo lo que existe.
Una especie de remordimiento es el que no me permite hablar de lo que no me incumbe, pero últimamente soy muy impúdico :(
Anoche vi que las estrellas querían acercarse a mí, y no podían. Hoy, que han huído, me doy cuenta del error que cometí al no llamarlas.
Todos los que entienden el caminar como un hecho inevitable, entienden también que la muerte es tan inexistente, como la vida.