Arrebatos

Se trata de una persona que ha tiempo, aunque no mucho, que conozco. Parece que formo una sección aparte en su vida, que tiene una conexión con ella, pero que es inconexa con el resto de lo que le pasa, que pareciera que ahora tiene una participación en un limitado ejercicio subjetivo que conlleva el riesgo de desaparecer completamente, por el hecho simple de no dejar rastro, de no marcar una huella profunda o un testimonio que hable más allá de la frágil memoria.

Aunque no quisiera hablar tanto de lo que no puedo controlar, pues, como parte de todo lo que es, puedo controlar cosas. En contra de todos los simplistas y, diciéndolo como se debe, estúpidos que hablan por un error de la naturaleza, pero cuyas palabras se relacionan en nada con sus pensamientos (pues, aún siendo estúpidos, es imposible que alguien no tenga razón dentro de su pensamiento). Decía, pues, que estos simplistas aseguran que no son las personas más que transmisores de movimiento, y que no es el universo más que la suma de movimiento y transmisores de movimientos y que si algo no puede reducirse a cualquiera de estas categorías debe ser que se reduce a una elucubración fantasmal y malhadada producto de un fanatismo y de una falta de visión que, en todos los tiempos de la humanidad, sólo se ha visto en los locos y en los genios…

No es cierto que no pueda ver lo que tiene y lo que quiere: todos tenemos y queremos lo mismo, aunque lo nieguen los que, por otra parte, aseguran que somos los que nos creamos y constituimos a nosotros mismos. Todos ellos atados a unas miras estrechas y condenados a ser pobres en sus vidas y en sus personas, cosa que, por lo demás, no importa nada, pues esta riqueza no nos hace nada más ni nada menos, sino que sólo nos impele a una grande y natural frustración, pero, en caso dado, hay que mencionarlo, ya que se menciona algo…


Pero esto se ha convertido en una miscelánea de afirmaciones vertidas sin una estructura clara. hay que olvidar los dos párrafos previos.


Al parecer, este anexo o apéndice que parece que será inevitablemente temporal, tiene justo la misma función que se le podría asignar a la lectura de una novela pobre pero bien lograda, cuyo argumento y trama se olvidan al cabo de un par de años y el nombre del autor apenas tras unos pocos meses.

No está en mi potestad el elegir eso, aunque puedo influir de una manera decisiva y, ¿qué es lo que estoy diciendo? No se trata de un juego, la vida, la existencia, el presente, el futuro, el pasado no son para jugar, quien así lo haga no tiene valor en su pensamiento, es, comparado con un arquitecto, un constructor de con legos que se proclama genial y pretende fundar una vida en las bases que le ofrece su soledad inaceptada ¡Cuán poco valor de aquél que huye de la verdad aunque la tenga en la frente!

Pero no, yo no juego con la vida, yo sólo, como siempre, correré a refugiarme en el búnker del ensimismamiento y, en mi afán de no coaccionar a las personas, terminaré nuevamente con una influencia efectiva y en desacuerdo con mis deseos… Yo, esta vez, otra vez, pretendiendo obedecerme sólo a mí.

2008, ago. 9

Sí, arde un poco, pero no puede negarse que siempre puede que sea distinto… el ardor es cosa mía: no importa que me arda, el hecho es que no me molesta.

Mantener las manos sobre el fuego es fácil, una vez que conoces lo que el ardor significa. Mantenerlas sobre una piedra ya es una cuestión distinta y nadie, que yo sepa, ha podido tolerar algo así.

Cómo es en medio de una tibia humedad, eso es algo sobre lo que no podría opinar, porque yo nunca soy yo cuando eso pasa; de otra manera podría recordarlo. La humedad, hay que decirlo, es encantadora porque es general, y benevolente, cualquier misterio que quiera ocultar, puede siempre hacerlo si es un poco sutil, como sábanas de seda, como láminas de metal.

Algo verde es un bonito envoltorio, sencillo y discreto. Un adorno que simboliza muchas cosas, una piel suave esperando que el viento la manifieste como tal, unos trazos inconexos, unos olores confusos, sensaciones de planicie… pero yo siempre aquí, siempre siendo. Un poco derribado, en contra de mi razón y en consecuencia con mi voluntad, permanezco. Si esta batalla la gana la razón, lo que queda es el suicidio como única conclusión lógica de las fundamentales premisas existenciales. Sí, todo sigue aquí: a pesar mío estará siempre, a menos que no esté yo, con lo cual no se gana nada. Artes infantiles, anhelos fútiles y pretensiones absurdas, querencias huecas y oquedad absoluta. Sí.

De pie: hay que caminar para llegar al lugar donde los pies son incinerados. Pero antes podremos darnos cuenta de la suavidad de la arena.

2008, jul. 27

Sí, un verano más comienza: lluvia, lluvia.

Días verdes después de días floridos, un calor que se ve piadosamente sofocado; sofocamiento no siempre deseado, pero siempre agradacible. Un umbral extraño: arcoiris y renacimiento. La tierra hace un esfuerzo por recuperarse, se nota su cansancio; esta tierra madre nuestra, dadivosa desesperada, mucho más fuerte que nosotros: se presenta débil; es un fingido reclamo, una mañosa súplica, una amorosa advertencia (nosotros, trashumantes pasajeros, ¿qué podemos ofrecerle?, ¿para qué podría necesitarnos?).

Es éste un sistema interparasitario: corazón aprovechándose de pulmones, músculos provechándose del corazón, nervios aprovechándose de músculos, cerebro aprovechándose de nervios, y en el centro de todo, aprovechándose de todo, unos órganos que se han llamado genitales: mantenernos vivos para generar gente que se mantendrá viva para generar gente.

Pero, con todo esto, ¿qué se busca?, ¿qué se obtiene? “felicidad” es la respuesta a la obvia. Pero esto es contradictorio: sabemos que, una vez felices, el estatismo es lo deseado, pero tal estatismo no puede hacer feliz a nadie, nadie puede ser feliz porque permanecer constante lo haría infeliz: Se busca más cada vez: es la ley, es la ordenanza.

¿Se alcanza la felicidad? Por supuesto, de otro modo, ¿por qué se añora? La añoranza lo es de algo perdido. Ocurre que cuando se alcanza, se esfuma por lo mismo: es instantáneo, apenas se siente y se va. Tan deprisa desaparece que uno se pregunta si en verdad ocurrió eso y qué pudo ser eso y cómo volver a eso. Y buscar, buscar siempre buscar hasta alcanzar el espejismo y romper en llanto, moviéndose engañados, abriendo cientos de cortinas detrás de las cuales está el único y mismo desierto, pero ya habrá después que tratar de lo absurdo.

Por ahora la cuestión debe ser qué ha sido de las felicidades esfumadas después de desaparecer… Se vuelven en nada, pero no en cuanto cosa, sino en cuanto felicidad; se pierde el valor, no hay más utilidad (y tener algo inútil es tener un estorbo). Esto tiene consecuencias varias: una felicidad temprana, perdida tempranamente, pierde significado y repercusión. Se disuelve lo que otrora fue importante. Muchas cosas pueden estar aquí (hay felicidades que no se habían alcanzado). Dos cosas hay que difieren de esto: la pasión sexual y la busca de conocimiento … ………………………………………………………………………………

2008, jul. 5

Escuchando a Meredith Monk, leyendo a Kant (sobre el ideal en general y el ideal trascendental: la destrucción metafísica del supremo ente). Hoy, un poco desolado; hoy, un miedo como hace mucho no; hoy, triste e impotente…

Simplemente sentir cómo la música te acribilla despiadada, cómo te reduce a nada, cómo no se detiene por más que tú no puedas ya soportarlo, cómo sigue descifrando y componiendo su propio ser.

Hoy fue un extraño día (amanecí en Zícata).

2008, jun. 29