2010, feb. 3

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Hay un indefinible movimiento. Hay, también, una desafortunada subsución de lo muerto en lo vivo. Muchas cosas —que no son cosas— hay, que no pueden encontrarse propiamente… hay una luz, es cierto, o pareciera haberla más allá de lo visto. Habría que creer —¡creer!— que así es o no creer y enloquecer.

Tocar, ser tocado. Tratar, ser tratado. Esperar, ser esperado. «¿Quién eres tú, sabandija, que me retas, que me violas y me obligas a necesitarte?»: Mundo bonito, mundo lleno de piñatas y de dulces, de mujeres y de alcohol |mundo‐par‐mí|ser‐en‐otro|no‐ser‐en‐sí|··· Patrañas que ni siquiera suenan bonito ¿Qué es, en sí mismo, el no ser? · ¿Por qué la nada nadea y no la nada?. Sí. No. May‐be.

¿Se entiendes? Bueno, importa, después de todo, si se entiende lo que se dice, aunque siempre importa más entender lo que otros dicen, por eso de la usanza y las buenas costumbres, por aquello del pragmatismo y de la liga de los amigos inseparables que juntos conquistan lo bueno —¡lo bueno!—, por esto de no poder vivir sin que los otros hagan algo. Bien, que trabajen; bien que me alimenten, que me construyan carreteras y que limpien el baño donde vomito. ¿Por qué habrían de hacer bien más allá de eso? ¿Por qué su mirada retadora y sus deseos medrosos son buenos? ¿Por qué respetar, cariño —¿por qué despertar?—?

Monse —ajá— estuvo hoy socorriendo a su hija que poco ha hecho en su vida como no sea dejar de cagarse en la tela que le rodea(ba) el culo. Monse estuvo ayer socorriendo a su marido (sacudiéndole la verga y ofreciéndole comida con sabor a pobreza (con demasiada agua)). Monse estuvo antier sacudiendo la verga de su amante y soñando con un palacete junto de una viña rosada —¡rosada!— y la evergreen campiña. Monse se embarazó en saliendo de la prepa (se la cogieron por primera vez con el raspor de una corteza de sauce). Mose era deseada por muchos. Monse probó la cocoa por primera vez un diciembre de 1996. Monse tenía el mejor culo de su secundaria; usaba una falda corta. Monse siempre ha querido dormir con un conejo entre las piernas. Monse mira su cuerpo y se horroriza, sujeta sus tetas y las sacude como si se las fuera a arrancar; mete su dedo en el ombligo y presiona tan fuerte cuan puede, se encierra en el baño y llora mientras hunde la chapa de la puerta entre sus nalgas. Monse se desprecia y va a sacudirle la verga a su marido… se sienta en la cama y piensa, mordiendo su índice, con el puño cerrado. Monse se imagina teniendo su propia verga y paseándose con ella, abofeteando con ella a sus mujeres, y regresa a lavar el baño. Monse se arquea, se empina…

No, compañero, nada tiene sentido.