Después de décadas de debilitación deliberada de su capacidad productiva y refinadora, cargas tributarias imposibles, y corrupción exhudando de cada centímetro de Pemex —en los que no vieron problema alguno—, les basta un par de meses para degradar el valor que le ven para la utilidad de los inversionistas.
Que jamás se nos olvide que las fuerzas ideológicas, y ahora geopolíticas y militares que tienen a Venezuela bajo sitio son las que mueven estos hilos. Y esta degradación es un aviso, una narco‐manta de cuello blanco, para que no se nos ocurra desoír sus consejos.
Nótese la editorialización infantil, estúpida con la que bloomberg reporta el suceso. Puros principios rigen a esa gente.